Factores de crecimiento: salto en la medicina deportiva
A. Jiménez
Los buenos resultados animan a los expertos a continuar investigando, como hacen desde la Fundación García Cugat, y en la actualidad se investiga cómo obtener mejores resultados en las mencionadas patologías cartilaginosas, tendinosas y musculares.
Podemos «regenerarnos». No como los héroes de ciencia ficción, pero sí está en nuestras manos, o mejor dicho en nuestras células, reparar el daño de nuestros tejidos. Aunque no supimos aprovechar este potencial hasta que vimos a los mejores deportistas, como Rafa Nadal o Xavi Hernández, entre otros, tocados por la inyección mágica de la Medicina: los factores de crecimiento («growth factors»).
Son proteínas que se localizan en las plaquetas y que aceleran la regeneración del tejido. «Concretamente están en el gránulo Alfa de las plaquetas. Actúan como mediadores en el proceso de reparación tisular y con ellos provocamos la curación ante una lesión de forma más rápida», explica Vicente Díez Vázquez, especialista en cirugía ortopédica y traumatología y director médico del centro de Medicina Avanzada en la Clínica Virgen del Mar de Madrid. El experto aclara que «este tratamiento se rige por los mismos principios que el organismo para curar. Y pese a que depende de la dolencia a tratar, la ventaja es que el paciente se recupera aproximadamente en la mitad de tiempo». Basta con extraer sangre del paciente, y el resto cae en manos de la maquinaria. Se centrifuga la sangre, se aisla el plasma rico en plaquetas, se activa para que libere las preciadas proteínas, y ya está listo para ser inyectado en la zona a tratar.
Tendinitis y Artrosis
Su aplicación está asociada a lesiones de tobillo, rodilla, desgarros musculares o rotura de fibras, lesiones de codo, condromalasia rotuliana… Y especialmente «en el tendón rotuliano de los deportistas, ya que si se infiltran, aumentamos el riesgo de rotura, mientras que con los factores de crecimiento, no; al contrario, se fortalece el tendón», especifica Díez Vázquez.
Y ahí no acaba. Según explica Ramón Cugat Bertomeu, jefe del Servicio de Traumatología Hospital Quirón de Barcelona, y presidente Equipos Médicos Mutualidad Catalana de Futbolistas (Federación Española de Fútbol), «también se aplican en especialidades como estomatología, cirugía estética, medicina regenerativa u oftalmología».
Pero, sin duda, el mayor hito se alcanzó en el campo del aparato locomotor. Es el caso de la artrosis, especialmente en grandes articulaciones de carga como la rodilla o la cadera. Porque esta dolencia es consecuencia del desgaste del cartílago y provoca alteraciones en el mecanismo articular, inflamación de la sinovial, derrame, deformidad, dolor, pérdida de la función… Y en muchas ocasiones lleva al afectado a pasar por quirófano para que le «coloquen» una prótesis. Jaume Graell y Antonio García, director y subdirector respectivamente del Instituto Catalán de Reumatología y Enfermedades Óseas, matizan que «lograr que se regenere el tejido o no se siga perdiendo es uno de los grandes logros, siempre y cuando se realice en una fase en la que aún queda cartílago. En esos casos hay un porcentaje muy elevado, en torno al 80 por ciento, de posibilidades de frenar la evolución y el deterioro». Es más, «situaciones en las que era previsible la operación, se ha logrado que, de momento, no se realice», añade Graell. Sin embargo, los expertos lo dejan claro: «Se trata de una ayuda desde el punto de vista funcional y disminuye la sintomatología clínica. En estos casos no es curativo», aclara Cugat.
Más movilidad
Esta propuesta terapéutica (PRGF-Endoret) se desarrolló en base a la investigaciones de Eduardo Anitua y Mikel Sánchez, del USP La Esperanza, de Vitoria, y fue comercializado por BTI Biotechnology Institute. «Diseñé esta técnica hace 15 años para regenerar el hueso en una extracción dentaria y evitar complicaciones. Los resultados fueron muy buenos y lo empezamos a utilizar en regeneración ósea en maxilares atróficos y alrededor de implantes dentales. Y recientemente hemos terminado un ensayo clínico multicéntrico para la artrosis» describe Anitua. Este trabajo muestra que disminuye el dolor y la rigidez de la articulación, lo que permite mayor movilidad. «Del ensayo se desprende que se mejoran en un 40 por ciento el dolor, la rigidez y la incapacidad funcional asociadas a la artrosis», matiza Anitua.
No obstante, en esta dolencia degenerativa no es suficiente con una sola infiltración, sino que es necesario realizar varias a lo largo del año y seguir acudiendo a revisiones. Graell aclara que «el proceso de extracción es el mismo, pero es necesario hacer cuatro aplicaciones a lo largo del año, con un espacio de tiempo de dos o tres semanas las tres primeras inyecciones y posteriormente, es decir, la cuarta, inyectarla a los dos meses. Lo que llamamos recordatorio. A partir de ahí, una vez al año hay que repetir el proceso para mantener los beneficios».
Puede resultar un tanto «engorroso» para el paciente, tanta fecha, pero nada más lejos. Además, la anestesia es regional, no local, ya que «no se puede mezclar anestesia con factores de crecimiento porque es ácido. Se pone un bloqueo anestésico en la zona. Es decir, dormimos, pero sin anestésico dentro». Los buenos resultados animan a los expertos a continuar investigando, como hacen desde la Fundación García Cugat, y en la actualidad se investiga cómo obtener mejores resultados en las mencionadas patologías cartilaginosas, tendinosas y musculares.
Pie diabético
Otra de las novedades en las que se trabaja es la dolencia de la columna vertebral. Tal y como explica el director del Instituto Catalán de Reumatología y Enfermedades Óseas, «sobre todo para problemas de inserción de la musculatura, como las lumbalgias». También se está trabajando en la diabetes, o mejor dicho, los problemas derivados, como las úlceras del pie diabético o por presión. Recientemente ha salido a la luz un trabajo realizado por un grupo de científicos del Hospital General de Massachusetts (EE UU) que han desarrollado un sistema para el uso de estos factores en estas heridas crónicas.
En el estudio realizado en ratones y publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», los investigadores fabricaron unas «nanoesferas» que contenían factor de crecimiento de queratinocitos (KGF), una proteína que desempeña un papel muy importante en la cicatrización de las heridas, y lo mezclaron con elastina (que aporta mayor flexibilidad a los tejidos). Al aplicar las nanopartículas a las úlceras de roedores diabéticos genéticamente modificados, la curación se aceleró al estimular la formación de los tejidos epiteliales superficiales, así como del tejido conectivo fibroso. Piyush Koria, el principal investigador, explicó a los medios que «es increíble cómo tras la infiltración de una sola dosis de esta proteína fue suficiente para inducir la regeneración de tejidos en dos semanas».
Por tanto, con el pie diabético, ya son tres los grupos de beneficiados, junto con las patologías deportivas traumáticas y las patologías degenerativas. Sin embargo, hay enfermos que no gozan de la misma suerte. Porque, pese a que la edad no es un inconveniente, no ocurre lo mismo en aquellas personas que tengan tumores activos o recientes. No existe evidencia absoluta, pero se considera que puede haber efecto a distancia o estimular la proliferación.
Propiedades aparte, lo que interesa a muchos pacientes es conocer cuánto les va a costar su recuperación. Y aunque poner precio a la salud resulta complicado, el director médico del Centro de Medicina Avanzada cuantifica que «un tratamiento, en función del tipo de dolencia, es decir, si necesita mayor o menor cantidad, oscilaría, con tres o cuatro sesiones, por ejemplo, entre los 1.500 y los 3.000 euros. Porque hay que obtenerlo en condiciones de higiene extrema y de forma inmediata. Se encarece por los kits de procesado y los distintos aparatajes».
También para rejuvenecer la piel
El «boom» de los FC no sólo ha captado la atención de deportistas o afectados por dolencias reumatológicas y de trauma. La ciencia de la belleza también ha descubierto los beneficios de este tipo de técnica, ya que regulan la remodelación y reparación de la piel. Por ello, en los últimos años se aplican de forma tópica o con inyección subcutánea de factores de crecimiento para pieles envejecidas. Gema Pérez-Sevilla, jefe de la Unidad de Medicina Estética Facial de Instituto Médico Láser (IML), afirma que «aumenta el grosor y la elasticidad de la piel al inducir la llamada neocolágenogénesis en los fibroblastos y mejora la microvascularización». Además, estimula las secreciones y ayuda a mantener la estructura cutánea. Es a a partir de los 30 años, cuando se recomienda su aplicación, es decir, en cuanto la piel empieza a perder parte de su potencial reparador. «Lo podemos hacer estimulando a los fibroblastos dérmicos. Los resultados que se obtienen son: un aumento del tono y tersura de la piel y aumento del brillo. El tratamiento habitual son tres sesiones espaciadas mensualmente y una sesión de mantenimiento cada seis meses», matiza la experta.